Las neurociencias la podríamos definir como el conjunto de disciplinas científicas que estudian la estructura y la función, el desarrollo de la bioquímica, la farmacología, y la patología del sistema nervioso y de cómo sus diferentes elementos interactúan, dando lugar a las bases biológicas de la conducta.
Dentro de todas las disciplinas que intervienen directamente en esta ciencia tenemos la Neurorehabilitación y todas las profesiones que están involucradas en estos procesos que en definitiva basan todos estos conocimientos para su que hacer diario, buscando las mejores estrategias para ayudar a sus pacientes.
Tomado del articulo original “Elementos neuroanatómicos y neurológicos asociados con el cerebro a través del tiempo” J.E. Duque-Parra.
El escrito más antiguo en el cual se hace referencia a una palabra destinada a denominar el encéfalo se transmite en la cultura egipcia, según el papiro de Edwin Smith, que data del siglo XVII a.C. En la misma cultura egipcia, entre los años 3000-2500 a.C. [1], para ese entonces era común que los médicos hablaran de lesiones en la cabeza con pérdida del lenguaje, según anotaciones documentadas en el papiro de Breasted; en éste se lee, también, que el aliento de un dios de la muerte entraba en la persona lesionada y la dejaba muda en su tristeza. En este documento escrito se evidencia una relación del contenido de la cabeza con estructuras somáticas asociadas a afasias [2].
Estas ideas egipcias prosperaron en Grecia y, en el siglo VI a.C., Alcmeón, discípulo de Pitágoras, estableció un concepto diferente: que el cerebro –no el corazón– era el centro de la inteligencia y del entendimiento, y que no sólo percibía las sensaciones, sino que constituía el instrumento del pensamiento, por el cual la memoria desempeñaba un papel esencial [3]. Alcmeón especuló sobre el sueño, que ocurría cuando los vasos sanguíneos del cerebro estaban llenos y, cuando la sangre se retiraba de éste, venía la vigilia. Criticó la creencia común, aceptada en su tiempo, de que el semen se originaba en el cerebro, y entre sus contribuciones más importantes destaca la de comprobar su conexión con los órganos de los sentidos, describiendo incluso los nervios ópticos y su quiasma [4].
En el siglo V a.C., el griego Hipócrates, el padre de la medicina [5,6,7], consideró el cerebro como el asiento de las emociones; notó que las lesiones de un lado de la cabeza a menudo producían parálisis del lado contralateral del cuerpo. Indicó que el cerebro, cuando enferma, puede volvernos locos o delirantes, aterrorizados o insomnes, angustiados o incoherentes, y se refirió de esta manera a los trastornos mentales [8].
Oscar Yepes Rojas
Fisioterapeuta CRENE
Master en Neurociencia y Biología del Comportamiento
Doctorando en Ciencias Biomédicas UCM
Bibliografía
Bibliografía
1. Kandel ER, Schwartz JH, Jessell TM. Neurociencia y conducta. Barcelona: Prentice Hall; 1997.
2. Jenkins JJ, JiménezPabón E, Shaw RE, Sefer JW. Afasia en adultos según Schuell. Buenos Aires: Médica Panamericana; 1976.
3. Ramón CS, Tello MJF. Elementos de histología normal. México: Editora Nacional; 1955.
4. Lyons AS, Petrucelli RJ. Medicine: an illustrated history. New York: Harry N. Abrams, Inc Publishers; 1978.
5. Smith A. La mente. Vol. I. Barcelona: Salvat; 1986.
6. Pardo R. Anatomía de la memoria. In Bustamante ZE, Betancur MS, eds. La memoria. Medellín: Prensa Creativa; 1987. p. 5176
7. Rosselli A. La mente y el cerebro a través de los siglos. Acta Neurol Colomb 1993; 9: 21921.