Lo primero en destacar, es que la ciática no es una enfermedad en sí misma, sino que es tan solo un síntoma de algún otro problema subyacente que implique una lesión o sobrepresión del nervio ciático, lo que conllevará a la irritación o compresión del mismo. Es importante identificar el problema base para poder llevar a cabo un tratamiento eficaz.
Entre las causas de dolor ciático se encuentran: hernias discales, enfermedad degenerativa del disco, contracturas en la musculatura paravertebral, embarazo, estenosis raquídea, espondilolistesis, síndrome piriforme, traumatismos (ej: accidente de coche), fractura de pelvis, tumores e infecciones espinales.
La sintomatología que el paciente refiere principalmente abarca: dolor irradiado, debilidad y/o entumecimiento u hormigueo en la pierna; tanto en episodios aislados como de forma constante. Siendo el dolor típico aquel que se origina en la zona lumbar, desciende por el glúteo y la parte posterior de la pierna, pudiendo llegar a la planta del pie en los casos más graves. Aunque existe este patrón común, hay que tener en cuenta que el dolor ciático varía ampliamente entre personas, pudiéndose sentir desde un hormigueo leve o una sensación de ardor, hasta dolores tan intensos que imposibiliten la movilidad de la persona.
Comúnmente el dolor tiene un inicio lento y va empeorando, siendo más doloroso después de pararse o sentarse, durante la noche al estar acostado y también al estornudar, toser o reír.
Desde la fisioterapia se puede abordar este problema con múltiples herramientas, teniendo en cuenta la importancia de tratar todas las estructuras implicadas en la patología de cada paciente, que son muchas: músculos, ligamentos, disco, nervio, vísceras…
Las técnicas para un tratamiento de este tipo son por tanto muy variadas, en función de las necesidades específicas de cada paciente, pasando por: tratamiento de puntos gatillo (punción seca), técnicas fasciales, técnicas osteopáticas, estiraminetos, técnicas de descompresión lumbosacra, técnicas de neurodinamia. Incluyendo además, como parte final del tratamiento, ejercicios de estabilidad lumbo-pélvica, control motor y propiocepción para lograr una correcta estabilidad lumbar y evitar recaidas.
Jana Roza Alonso
(Fisioterapeuta en CRENE)